La propuesta parte de la necesidad de resolver el problema de movilidad objeto de concurso y la transformación del último tramo de la calle Ramón Cabanillas.
La comunicación vertical se resuelve mediante un elemento único, casi un objeto escultural. El ascensor marca el punto de comunicación y en torno a él, la escalera se desarrolla en espiral. Se genera un objeto en el vacío, haciendo del límite una oportunidad.
La cubierta del volumen del ascensor enmarca el acceso a cota superior haciendo más agradable y protegida la espera, configura una percepción clara del elemento en el lugar y facilita el entendimiento del entorno.
El ensanchamiento en la acera de la Avenida de Arteixo permite caminar, conversar, observar, decidir. Se aprovecha el esponjamiento de la vía y las cualidades que esto aporta en un lugar con tal densidad de edificación. La nueva pieza dinamiza la relación entre ambas calles (Avenida de Arteixo y Ramón Cabanillas), propiciando que la comunicación con la cota inferior se produzca con fluidez.
Un único material genera los nuevos pavimentos, la escalera y el volumen del ascensor, aportando continuidad a la actuación y dejando sitio al bullicio de la ciudad. La riqueza la aporta el ciudadano.
En Ramón Cabanillas, la primera decisión de proyecto es generar una plataforma única. Tomamos como referencia el término neerlandés woonerf que se podría traducir como “patio viviente”; buscamos transformar la calle en un espacio de socialización real, donde la gente puede encontrarse, jueguen los niños y los peatones caminen libremente.
Son estos movimientos peatonales y la limitación de la circulación rodada los que determinan la configuración del espacio. El mobiliario y la vegetación lo conforman.
El planteamiento de un espacio de convivencia y accesible, cualificado con la vegetación propuesta y vinculado al mercado municipal, mejora las posibilidades de relación vecinal y fomenta la actividad terciaria en la zona.
PRIMER PREMIO